Discípulos y Misioneros

Documento de Aparecida: Texto y Comentarios

Comentario n. 451-457

Los numerales recogen una síntesis muy profunda sobre la dignidad de la mujer en el plan de salvación de Dios. Este es el fundamento de la antropología cristiana, es decir, la visión que sobre el hombre y la mujer –creados a imagen y semejanza de Dios-  la Iglesia ha recibido.

Algunos grupos en su afán de desprestigiar a la Iglesia o de ganar algún tipo de relevancia social, política o económica, suelen acusarla de discriminar a la mujer. Lo cual no es verdad. Tampoco se sostiene históricamente.  Mucho antes que asociaciones – que no tienen ni un siglo de fundadas- tomen la bandera de los derechos de las mujeres, es la Iglesia la que ha proclamado la igual dignidad de la mujer y del hombre. Lo peor de algunas organizaciones – ideológicamente declaradas- es buscar solamente “algunos derechos” sin querer la promoción integral de las mujeres. Fue Jesucristo quien puso de relieve la identidad y la dignidad de la mujer. El Evangelio ha sido anunciado por igual a hombres y mujeres.

En nuestra sociedad latinoamericana la Iglesia debe continuar con esta promoción humana. Pero no puede limitarse a una acción puramente humana. Es necesario reconocer el valioso aporte en el campo de la evangelización. En primer lugar, como señala el numeral 455, las mujeres: “son las primeras transmisoras de la fe y colaboradoras de los pastores, quienes deben atenderlas, valorarlas y respetarlas”. La misión continental necesita de mujeres evangelizadas,  en todos los campos de la sociedad, para que sean fermento del Reino de Dios. Mujeres jóvenes, solteras o casadas, que tengan en el corazón el deseo de vivir con coraje su testimonio de fe.

noviembre 1, 2010 Posted by | DOCUMENTO DE APARECIDA, ENCUENTRO CON JESUCRISTO, MISION CONTINENTAL | , , , , , , | Deja un comentario

DOCUMENTO DE APARECIDA n. 331-336

6.4.6.1 Los centros educativos católicos

331. La misión primaria de la Iglesia es anunciar el Evangelio de manera tal que garantice la relación entre fe y vida tanto en la persona individual como en el contexto socio-cultural en que las personas viven, actúan y se relacionan entre sí. Así procura “transformar mediante la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra de Dios y el designio de salvación”.

332. Cuando hablamos de una educación cristiana, por tanto, entendemos que el maestro educa hacia un proyecto de ser humano en el que habite Jesucristo con el poder transformador de su vida nueva. Hay muchos aspectos en los que se educa y de los que consta el proyecto educativo. Hay muchos valores, pero estos valores nunca están solos, siempre forman una constelación ordenada explícita o implícitamente. Si la ordenación tiene como fundamento y término a Cristo, entonces esta educación está recapitulando todo en Cristo y es una verdadera educación cristiana; si no, puede hablar de Cristo, pero corre el riesgo de no ser cristiana.

333. Se produce de este modo una compenetración entre los dos aspectos. Lo cual significa que no se concibe que se pueda anunciar el Evangelio sin que éste ilumine, infunda aliento y esperanza, e inspire soluciones adecuadas a los problemas de la existencia; ni tampoco que pueda pensarse en una promoción verdadera y plena del ser humano sin abrirlo a Dios y anunciarle a Jesucristo.

334. La Iglesia está llamada a promover en sus escuelas una educación centrada en la persona humana que es capaz de vivir en la comunidad, aportando lo suyo para su bien. Ante el hecho de que muchos se encuentran excluidos, la Iglesia deberá impulsar una educación de calidad para todos, formal y no-formal, especialmente para los más pobres. Educación que ofrezca a los niños, a los jóvenes y a los adultos el encuentro con los valores culturales del propio país, descubriendo o integrando en ellos la dimensión religiosa y trascendente. Para ello necesitamos una pastoral de la educación dinámica y que acompañe los procesos educativos, que sea voz que legitime y salvaguarde la libertad de educación ante el Estado y el derecho a una educación de calidad de los más desposeídos.

335. De este modo, estamos en condiciones de afirmar que en el proyecto educativo de la escuela católica, Cristo, el Hombre perfecto, es el fundamento, en quien todos los valores humanos encuentran su plena realización, y de ahí su unidad. Él revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y la transforma, capacitando al hombre y a la mujer para vivir de manera divina; es decir, para pensar, querer y actuar según el Evangelio, haciendo de las bienaventuranzas la norma de su vida. Precisamente por la referencia explícita, y compartida por todos los miembros de la comunidad escolar, a la visión cristiana —aunque sea en grado diverso, y respetando la libertad de conciencia y religiosa de los no cristianos presentes en ella— la educación es “católica”, ya que los principios evangélicos se convierten para ella en normas educativas, motivaciones interiores y al mismo tiempo en metas finales.

Éste es el carácter específicamente católico de la educación. Jesucristo, pues, eleva y ennoblece a la persona humana, da valor a su existencia y constituye el perfecto ejemplo de vida. Es la mejor noticia, propuesta a los jóvenes por los centros de formación católica.

336. Por lo tanto, la meta que la escuela católica se propone respecto de los niños y jóvenes, es la de conducir al encuentro con Jesucristo vivo, Hijo del Padre, hermano y amigo, Maestro y Pastor misericordioso, esperanza, camino, verdad y vida, y así a la vivencia de la alianza con Dios y con los hombres. Lo hace, colaborando en la construcción de la personalidad de los alumnos, teniendo a Cristo como referencia en el plano de la mentalidad y de la vida.

Tal referencia, al hacerse progresivamente explícita e interiorizada, le ayudará a ver la historia como Cristo la ve, a juzgar la vida como Él lo hace, a elegir y amar como Él, a cultivar la esperanza como Él nos enseña, y a vivir en Él la comunión con el Padre y el Espíritu Santo. Por la fecundidad misteriosa de esta referencia, la persona se construye en unidad existencial, o sea, asume sus responsabilidades y busca el significado último de su vida. Situada en la Iglesia, comunidad de creyentes, logra con libertad vivir intensamente la fe, anunciarla y celebrarla con alegría en la realidad de cada día. Como consecuencia, maduran y resultan connaturales las actitudes humanas que llevan a abrirse sinceramente a la verdad, a respetar y amar a las personas, a expresar su propia libertad en la donación de sí y en el servicio a los demás para la transformación de la sociedad.

May 19, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, ENCUENTRO CON JESUCRISTO, IGLESIA, MISIÓN, MISION CONTINENTAL | , , , , , , , , | 1 comentario

Comentario n. 289-294

Si hemos leído detenidamente estos numerales nos hemos dado cuenta que la iniciación cristiana es algo fundamental. De ella se señala: «La iniciación cristiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo». Quizá hemos reflexionado poco -a nivel personal, comunitario, parroquial o diocesano- en la realidad significada por ‘iniciación cristiana’ pero de ella depende en gran medida el crecimiento eficaz del cristiano.

No hace falta que seamos catequistas, animadores de la comunidad, agentes pastorales o responsables de ministerios, pastorales o sectores dentro de la parroquia para sentirnos directamente responsables de la iniciación cristiana de los demás. Basta con ser padres de familia, o mejor dicho, basta ser un bautizado para tomar conciencia que la iniciación cristiana es fundamental.

Actualmente para algunas familias católicas, y con toda buena intención, luego que ha nacido el hijo y ha sido bautizado, esperan que crezca para que a su debido momento pueda recibir la catequesis básica o ‘la doctrina’ en la parroquia o en la escuela donde estudia, para que haga la Primera Comunión y de este modo cumplen con su deber de padres. Otras familias -también católicas- dejan que el niño o la niña cuando ya esté grandecito(a) pida voluntariamente la recepción de los sacramentos para no ‘obligarlos’. Y otros, se que se preocupan de la catequesis lo hacen porque lo miran como un ‘acto social’ nuestros hijos deben recibir los sacramentos, pues ‘qué va a decir la gente’.

Quizá he exagerado un poco. Espero que la idea se comprenda. Se trata de algo mucho más importante que las simples razones que se han dado. Iniciación cristiana quiere decir: ayudar al bautizado a que ‘viva’ su vida cristiana. Esto era muy claro en los primeros cristianos, cuando ser cristiano no era motivo de gloria sino de desprecio, y se evidencia en los tiempos de persecución: ¿Por qué voy a arriesgar mi vida? Solamente cuando hay conciencia que el cristiano tiene una vida nueva, y que debe ser sal y luz del mundo, y sobre todo, que en Jesucristo se le ha revelado el amor misericordioso del Padre, entonces puede plantearse la vida de un modo nuevo.

En definitiva, es ayudar a los más jóvenes, pero no sólo a ellos, -también a los ‘viejos’- a que vivan con coherencia. Que sean conscientes de porqué es importante vivir de un modo y no de otro. Mirar más a Jesucristo y no tanto ‘al mundo’. El bautizado ha recibido un don tan grande que no lo puede perder, y todos somos responsables de todos: formamos un solo Cuerpo en Cristo Jesús.

marzo 8, 2009 Posted by | ENCUENTRO CON JESUCRISTO, FAMILIA CRISTIANA, MISIÓN, MISION CONTINENTAL | , , , , , , , | 2 comentarios

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 289-294

6.3.2 Propuestas para la iniciación cristiana

289. Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el kerygma y, guiado por la Palabra de Dios, que conduzca un encuentro personal cada vez mayor con Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre experimentado como plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversión, al seguimiento en una comunidad eclesial y a una maduración de fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la misión.

290. Recordamos que el itinerario formativo del cristiano en la tradición más antigua de la Iglesia «tuvo siempre un carácter de experiencia, en el cual era determinante el encuentro vivo y persuasivo con Cristo, anunciado por auténticos testigos». Se trata de una experiencia que introduce en una profunda y feliz celebración de los sacramentos, con toda la riqueza de sus signos. De este modo, la vida se va transformando progresivamente por los santos misterios que se celebran, capacitando al creyente para transformar el mundo. Esto es lo que se llama «catequesis mistagógica».

291. Ser discípulo es un don destinado a crecer. La iniciación cristiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo. Así forja la identidad cristiana con las convicciones fundamentales y acompaña la búsqueda del sentido de la vida. Es necesario asumir la dinámica catequética de la iniciación cristiana. Una comunidad que asume la iniciación cristiana renueva su vida comunitaria y despierta su carácter misionero. Esto requiere nuevas actitudes pastorales de parte de obispos, presbíteros, diáconos, personas consagradas y agentes de pastoral.

292. Como rasgos del discípulo al que apunta la iniciación cristiana destacamos: que tenga como centro la persona de Jesucristo, nuestro Salvador y plenitud de nuestra humanidad, fuente de toda madurez humana y cristiana. Que tenga espíritu de oración, sea amante de la Palabra, practique la confesión frecuente y participe de la Eucaristía. Que se inserte cordialmente en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso misionero.

293. La parroquia ha de ser el lugar donde se asegure la iniciación cristiana y tendrá como tareas irrenunciables: iniciar en la vida cristiana a los adultos bautizados y no suficientemente evangelizados; educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristiana; iniciar a los no bautizados que habiendo escuchado el kerygma quieren abrazar la fe. En esta tarea, el estudio y la asimilación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos es una referencia necesaria y un apoyo seguro.

294. Asumir esta iniciación cristiana exige no sólo una renovación de modalidad catequística de la parroquia. Proponemos que el proceso catequístico formativo adoptado por la Iglesia para la iniciación cristiana sea asumido en todo el Continente como la manera ordinaria e indispensable de introducir en la vida cristiana, y como la catequesis básica y fundamental. Después vendrá la catequesis permanente que continúa el proceso de maduración en la fe, en la que se debe incorporar un discernimiento vocacional y la iluminación para proyectos personales de vida.

marzo 3, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, ENCUENTRO CON JESUCRISTO, IGLESIA | , , , , , , | 1 comentario

Comentario n. 279

Antes de considerar la iniciación cristiana y los lugares de formación de los discípulos misioneros, se nos presentas algunos criterios generales del proceso de formación.

Se consideran tres aspectos de la formación: integral, kerygmática y permanente. Nunca se puede perder de vista que el punto central de la catequesis de la Iglesia, que aquello que le da sentido a su misión, es Jesucristo. Podemos decir que la Iglesia no nos comunicar algo, sino que nos lleva al encuentro de ‘Alguien’; no se trata de aprender unos mandamientos o normas de conducta que tranquilizan la conciencia, se trata de llegar a conocer siempre con más profundidad a Jesucristo, y de este conocimiento, de este encuentro la vida tiene que tomar un rumbo determinado. Es aquello que encontramos en el Evangelio y en los demás libros del Nuevo Testamento, es aquello que ha dado fuerza a los mártires, que ha llevado a muchos por el camino de la santidad.

A partir de aquí, se puede pensar en lo demás: si con el Bautismo hemos sido insertados a la muerte y resurrección de Cristo, quiere decir que la vida del bautizado se convierte en un ‘caminar con Cristo’ que me ha amado y ha dado su vida por mí; que se me ha revelado el gran amor que Dios nos tiene, pues ha dado a su Hijo en rescate por todos.

El bautismo es el comienzo de un caminar. Es necesario llegar a la meta del Camino, y para eso, la Iglesia nos ofrece los medios para no desmayar. Este es el sentido del estar siempre en ‘sintonía’ con la Iglesia, de frecuentar la Iglesia, para vivir este caminar como comunidad. Creo que quien ha descubierto la necesidad la formación integral -cosa que es lo más normal, querer conocer mejor la fe-, puede ayudar a que otros vivan mejor su fe cristiana.

febrero 9, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, IGLESIA | , , , , , | 2 comentarios

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 279

6.2.2 Criterios generales

6.2.2.1 Una formación integral, kerygmática y permanente

279. Misión principal de la formación es ayudar a los miembros de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo, y así reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo. Por eso, la formación obedece a un proceso integral, es decir, que comprende variadas dimensiones, todas armonizadas entre sí en unidad vital. En la base de estas dimensiones está la fuerza del anuncio kerygmático.

El poder del Espíritu y de la Palabra contagia a las personas y las lleva a escuchar a Jesucristo, a creer en Él como su Salvador, a reconocerlo como quien da pleno significado a su vida y a seguir sus pasos. El anuncio se fundamenta en el hecho de la presencia de Cristo Resucitado hoy en la Iglesia, y es el factor imprescindible del proceso de formación de discípulos y misioneros. Al mismo tiempo, la formación es permanente y dinámica, de acuerdo con el desarrollo de las personas y al servicio que están llamadas a prestar, en medio de las exigencias de la historia.

febrero 6, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, IGLESIA, MISIÓN | , , , , , | Deja un comentario

Comentario n. 278

En el proceso de formación de los discípulos se destacan los aspectos de encuentro con Jesucristo, Conversión, Discipulado, Comunión y Misión. Claro que no se deben entender como momentos separados, desconectado el uno del otro, sino como dimensiones de un mismo caminar, efectos de una misma respuesta, frutos de una misma experiencia que tiene su origen en el encuentro con Jesucristo.

Toda persona se plantea en su vida las grandes cuestiones existenciales, tarde o temprano se tienen que responder en primera persona, no se pueden ignorar durante mucho tiempo y tampoco se pueden dejar sin respuesta. En primer lugar nos enfrentamos al sentido de la vida: ¿por qué vivimos?, ¿para qué vivimos?, ¿qué sentido tiene lo que hacemos?, ¿hay algo después de esta vida?

Quien ha crecido en la fe cristiana ha encontrado en la enseñanza revelada por Dios, un respuesta segura, que no depende de la sabiduría humana, sino que es algo recibido como revelación del Dios creador, quien se ha comunicado con el hombre, que en Jesucristo, el Verbo encarnado, ha mostrado el gran amor para cada persona y la Iglesia ha nacido para continuar con esta misión de mostrar a todo hombre y mujer la respuesta cristiana, y para  que vivan en comunión con Jesucristo. Y a cada uno de nosotros, llegada la edad y recibida una formación, se nos ha pedido de dar esta respuesta de fe consciente y libremente: Creo en Dios Padre, en Jesucristo, en el Espíritu Santo…

Quien no ha recibido esta fe, probablemente tendrá sus razones o motivos para vivir. Pero no bastan las fuerzas humanas para salvarse y llegar a una vida plena. El hombre está necesitado de redención, de perdón y de modo particular del amor de Dios.

De parte nuestra tenemos la responsabilidad de mostrar que sea con nuestra vida -testimonio-, sea con la palabra -evangelización- de modo personal o comunitario que quien ha encontrado a Jesucristo ha encontrado un tesoro, que  Él sale en busca de toda persona, que no quiere que ninguno se pierda… Todo esto brota de nuestra adhesión a Jesucristo, de aquella elección divina de quien nos ha amado tanto de dar su propia vida, de aquel encuentro en la fe que se vigoriza en los sacramentos, de la respuesta de amor que nos lleva a amar al prójimo. Quien cree en Jesucristo, busca vivir según Él lo ha enseñado.

febrero 2, 2009 Posted by | IGLESIA, MISIÓN | , , , , , , | Deja un comentario

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 278

6.2.1 Aspectos del proceso

278. En el proceso de formación de discípulos misioneros destacamos cinco aspectos fundamentales que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí:

a)        El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (cf. Jn 1, 38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones.

b)        La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación se actualiza para nosotros la redención de Cristo.

c)        El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este paso es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.

d)        La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu.

e)        La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona.

enero 29, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, IGLESIA | , , , , , , , , | 4 comentarios

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 276-277

6.2 El proceso de formación de los discípulos misioneros

276. La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en América Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia.

Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos. Cristo nos da el método: “Vengan y vean” (Jn 1, 39), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Con Él podemos desarrollar las potencialidades que están en las personas y formar discípulos misioneros. Con perseverante paciencia y sabiduría Jesús invitó a todos a su seguimiento. A quienes aceptaron seguirlo los introdujo en el misterio del Reino de Dios, y después de su muerte y resurrección los envió a predicar la Buena Nueva en la fuerza de su Espíritu.

Su estilo se vuelve emblemático para los formadores y cobra especial relevancia cuando pensamos en la paciente tarea formativa que la Iglesia debe emprender en el nuevo contexto sociocultural de América Latina.

277. El itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la naturaleza dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los suyos por su nombre, y éstos lo siguen porque conocen su voz. El Señor despertaba las aspiraciones profundas de sus discípulos y los atraía a sí, llenos de asombro. El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena. El discípulo es alguien apasionado por Cristo a quien reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña.

enero 23, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, IGLESIA | , , , , , | Deja un comentario

DOCUMENTO DE APARECIDA N. 273-275

6.1.5 Los apóstoles y los santos

273. También los apóstoles de Jesús y los santos han marcado la espiritualidad y el estilo de vida de nuestras Iglesias. Sus vidas son lugares privilegiados de encuentro con Jesucristo. Su testimonio se mantiene vigente y sus enseñanzas inspiran el ser y la acción de las comunidades cristianas del Continente. Entre ellos, Pedro el apóstol, a quien Jesús confió la misión de confirmar la fe de sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), les ayuda a estrechar el vínculo de comunión con el Papa, su sucesor, y a buscar en Jesús las palabras de vida eterna. Pablo, el evangelizador incansable, les ha indicado el camino de la audacia misionera y la voluntad de acercarse a cada realidad cultural con la Buena Noticia de la salvación. Juan, el discípulo amado por el Señor, les ha revelado la fuerza transformadora del mandamiento nuevo y la fecundidad de permanecer en su amor.

274. Nuestros pueblos nutren un cariño y especial devoción a José, esposo de María, hombre justo, fiel y generoso que  sabe perderse para hallarse en el misterio del Hijo. San José, el silencioso maestro, fascina, atrae y enseña, no con palabras sino con el resplandeciente testimonio de sus virtudes y de su firme sencillez.

275. Nuestras comunidades llevan el sello de los apóstoles y, además, reconocen el testimonio cristiano de tantos hombres y mujeres que esparcieron en nuestra geografía las semillas del Evangelio, viviendo valientemente su fe, incluso derramando su sangre como mártires. Su ejemplo de vida y santidad constituye un regalo precioso para el camino creyente de los latinoamericanos y, a la vez, un estímulo para imitar sus virtudes en las nuevas expresiones culturales de la historia. Con la pasión de su amor a Jesucristo, han sido miembros activos y misioneros en su comunidad eclesial. Con valentía, han perseverado en la promoción de los derechos de las personas, fueron agudos en el discernimiento crítico de la realidad a la luz de la enseñanza social de la Iglesia y creíbles por el testimonio coherente de sus vidas. Los cristianos de hoy recogemos su herencia y nos sentimos llamados a continuar con renovado ardor apostólico y misionero el estilo evangélico de vida que nos han trasmitido.

enero 14, 2009 Posted by | DISCÍPULOS, IGLESIA | , , , , , , , | Deja un comentario