Discípulos y Misioneros

Documento de Aparecida: Texto y Comentarios

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas propuestas para este Domingo son las siguientes: Is 55, 1-3; Sal 144; Rom 8, 35.37-39; Mt 14, 13-21

La primera lectura del profeta Isaías recoge en breves palabras la invitación constante de Dios a su pueblo.  La comparación  tomada de la realidad de quienes vivían en un lugar donde el agua era escasa: los sedientos.  Isaías nos habla también a nosotros, no para saciar una sed física, sino para saciar la sed de Dios. En realidad, que  Dios ha creado el corazón del hombre sabe que éste no  puede llenarse plenamente con nada creado. Nuestro corazón está inquieto –lo dijo san Agustín- y no reposa sino en Dios. Dios quiere hacer una alianza perpetua con los hombres.

El salmo 144 expresa de un modo particular la providencia de Dios sobre sus criaturas, aunque de un modo especial con el hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza. “El Señor está cerca del que lo invoca”: qué confianza deben suscitar en nosotros estas palabras. Dios está cerca, muy cerca de cada uno, y a veces, no nos damos cuenta.

San Pablo hablando a los romanos, a esos pocos cristianos que vivían en la ciudad del emperador, donde tenían todas las condiciones adversas, les anima y sostiene con la certeza que “nadie puede separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús”. Meditar estos versículos nos llevan a profundizar y madurar nuestro seguimiento del Señor. Cuantas veces quizá hemos pedido que el Señor nos aparte de las dificultades, y qué diferencia notamos en el Apóstol cuando nos asegura que nada de eso puede separarnos del Señor. Vea cada uno cuáles son sus dificultades y que se convenza que no es excusa para no seguir al Señor con fidelidad.

El evangelio de san Mateo nos presenta un pasaje de la vida del Señor donde la gente le cambió  la “agenda”, parece que Él quería estar solo. La gente fue buscarlo –quien busca, encuentra- y aquellos hombres y mujeres escucharon por largo tiempo la predicación del Señor. No iban preparados para una “predicación” tan larga, pero valía la pena. Luego con “cinco panes y dos peces” se obra el milagro de la multiplicación de los panes. Y qué importante los gestos de aquel milagro: nos hacen recordar el Jueves Santo, donde Él se entrega en su Cuerpo y su Sangre: la Eucaristía.

agosto 3, 2008 Posted by | LITURGIA | , , | Deja un comentario

DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas indicadas para este domingo son las siguientes: Jr 20,10-13; Sal 68; Rom 5, 12-15; Mt 10,16-33

El Señor ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados. La primera lectura muestra el grito de lamento del profeta Jeremías, quien experimenta la dificultad, la angustia, la incomprensión y la soledad por permanecer fiel al Señor. La confianza del profeta parece disminuir al mirar a su alrededor y darse cuenta que hasta sus amigos le están deseando el mal. Entonces viene la súplica a Dios; la oración se torna insistente, comprende que el Señor «prueba al justo» y «lo libra de los malvados«. Muchas veces se repetirá esta escena: quien permanece fiel al Señor experimenta muchas veces la contradicción.

Escúchame, Señor, porque eres bueno. El Salmo 68 es la oración del «justo», del que permanece fiel al Señor. Delante del Señor, quizá en el templo, dirige sus «lamentos»: «he sufrido oprobios» y todo porque «me devora el celo de tu casa». La fidelidad de Dios le hace esperar con confianza pues «el Señor jamás desoye al pobre» y por esto continuará su camino de esperar solamente en Dios. Este salmo abre a la esperanza en medio del dolor.

El don de Dios  supera con mucho el delito. El texto de la segunda lectura es fundamental para comprender la doctrina de pecado original, la muerte y la redención. «por un solo hombre entró el pecado en el mundo» y como consecuencia: «por el pecado la muerte«. La desobediencia en Adán y Eva, nuestros primeros padres, se conoce como el pecado original. Las consecuencias de este pecado se mencionan en el mismo texto del génesis, pero aquí se sintetizan mencionando la «muerte». Pero no se detiene aquí la historia de salvación y éste es el segundo punto importante: «por Jesucristo se ha desbordado la abundancia de la vida y de la gracia de Dios», de modo que aquella primera ruina, que todos llevamos, ha sido superada por un «don» mucho más grande: la redención de Cristo nos ha abierto las puertas a la Vida.

No tengan miedo de los que matan el cuerpo. Las palabras del Evangelio son una advertencia para sus discípulos quienes tienen que permanecer fieles al Señor cuando las contrariedades parezcan que son más fuertes que las promesas del Señor. En realidad todo el mal que el hombre puede hacer a otro tiene un límite en muerte «matan el cuerpo». Pero la persona no es «solo cuerpo» tiene un alma espiritual que no depende del cuerpo para vivir.

Para quien piensa que la vida es solamente «comamos y bebamos que mañana moriremos» se llevará una gran sorpresa al descubrir que simplemente ha perdido su vida. Que nosotros vamos a morir es evidente; mueren las personas cercanas a nosotros y cada día mueren muchos que no conocemos. Hay otros que «mueren» por ser fieles al Señor. Nos llegan noticias de los países donde está prohibido hacerse cristiano, o nos damos cuenta de las críticas que reciben los católicos que viven con coherencia su fe. «No tengan miedo» repite el Señor: quien da la vida la encuentra para siempre.

Por esto el recuerdo de mártires a lo largo del año litúrgico nos recuerda a aquellos que han vivido su fe hasta el final. También podemos recordar a todos aquellos católicos que en nuestro país, más en concreto en nuestra diócesis, han sido capaces de vivir su fe en situaciones difíciles. Por esto no podemos ignorar el testimonio de todos ellos.

junio 22, 2008 Posted by | DISCÍPULOS, LITURGIA | , , , | Deja un comentario

DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas propuestas para este domingo XI del Tiempo Ordinario, Ciclo A, son las siguientes: Ex 19, 2-6; Sal 99; Rom 5,6-11; Mt 9,36-38; 10,1-8

Serán para mí un reino de sacerdote y una nación consagrada. La primera lectura viene a ser un alto en el camino por el desierto, y una explicación del sentido de la liberación de Egipto: una elección de Dios. Ahora se trata que los israelitas den una respuesta consciente y quieran vivir según los mandamientos de Dios. Cada uno de nosotros debemos renovar las promesas bautismales de vivir para Dios, como «un reino de sacerdotes y nación santa». Esto comporta vivir, no “solo cumplir”, los mandamientos.

El Señor es nuestro Dios, y nosotros su pueblo. Este salmo es una invitación a la alabanza universal al Señor, porque nos ha creado y somos sus criaturas. «Reconozcamos que el Señor es Dios«, «sirvamos al Señor con alegría«: estas dos breves frases del salmo nos llevan a recordar la señoría de Dios en nuestra vida, y que servir al Señor debe ser motivo de alegría.

Si la muerte de Cristo nos reconcilió con Dios, mucho más nos reconciliará su vida. Un breve resumen del significado de la redención obrada por Jesucristo: no puede ser otra cosa que una manifestación del amor de Dios. «Cuando todavía éramos pecadores«: ahora la situación del bautizado es otra, ha recibido el perdón de sus pecados y ha entrado a formar parte del Cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo. Quien se mantenga en esta comunión debe estar seguro de la ayuda del Señor.

Jesús envió a sus doce apóstoles con instrucciones. La mirada de Jesús llega al fondo de las personas, las mira y sabe que andan sin rumbo ni dirección, en pocas palabras «como ovejas que no tienen pastor». «Rueguen al dueño de la mies» este es el camino propuesto por el Señor: orar para que el Señor suscite «trabajadores para sus campos«. La llamada de Dios siempre es un misterio, pero por otro tenemos respuesta humana: Dios llama, sí, pero si no hay quien responda afirmativamente, no tendremos trabajadores en la viña. Oremos insistentemente, y pongamos los medios, para que esta voz resuene en los jóvenes. De ellos, el Señor llamará, como lo hizo con Pedro, Santiago, Juan…

junio 15, 2008 Posted by | DISCÍPULOS, LITURGIA | , , , | Deja un comentario

X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas propuestas para este Domingo son las siguientes: Os 6, 3-6; Sal 49; Rom 4,18-25; Mt 9,9-13

Yo quiero misericordia y no sacrificios. La invitación del profeta en esta primera lectura conserva un valor perenne, y  cuántos frutos daría en nuestra vida si la tomáramos en toda su profundidad: «esforcémonos por conocer al Señor«, ésta será la gran tarea de nuestra vida cristiana, Dios se ha acercado a un pueblo, es más, se ha encarnado para que todos le podamos conocer, ha «hablado con palabras humanas» para que le podamos entender, se ha hecho «nuestro compañero de viaje«, se ha quedado con nosotros. Frente a actuar exterior -holocaustos y sacrificios que ofrecían a Dios- Él quiere que aprendamos a imitarle en su misericordia.

Dios salva al que cumple su voluntad. El salmo presenta un reclamo de Dios a su pueblo, -«mejor ofrece a Dios gratitud y cumple tus promesas«- palabras que son una muestra más de cómo Dios mira el corazón y no se deja engañar por lo externo. En concreto se refieren a los sacrificios prescritos por la ley, los presentaban en el Templo, pero no eran expresión de un cambio de vida. Los sacrificios conservan su valor, cuando son  frutos del buscar el perdón del Señor. Algo similar sucede cuando hacemos las cosas y nos olvidamos de lo que significan, hasta lo más sagrado se puede volver rutina.

Su fe se robusteció y dio con ello gloria a Dios. San Pablo para instruir a los cristianos les trae a la memoria el ejemplo del patriarca Abraham, cómo su vida y su caminar se convierten en un modelo de fe -«creyó contra toda esperanza«, de quien convencido en la promesa de Dios, se pone en camino. Leer, releer, meditar y dejarnos interpelar por los testimonios que encontramos en la Sagrada Escritura, es un camino seguro para fortalecernos y dar una respuesta más decida a Dios, que en Jesucristo nos ha dado todo.

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. El pasaje del Evangelio nos presenta la llamada de Jesús -«sígueme«- a Mateo, un hombre que pasó de cobrador de impuestos, éste era su trabajo, a un discípulo del Señor -«se levantó y lo siguió«- , y más tarde en apóstol; se dejó conquistar por la llamada de Jesús a seguirlo y darlo a conocer como misionero. Habría que decir en primer lugar que la llamada del Señor no hace distinciones, llama a quien quiere, no importa las clasificaciones que en la sociedad se suelen hacer. En el grupo de los Doce había una gran variedad. A partir de este llamado viene un malestar de parte de los que «decían» conocer a Dios. Critican a Jesús -«come con los pecadores«- por llamar a un hombre que estaba mal visto por su trabajo que hacía. Pero en este momento viene la gran enseñanza: «yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores«, esto quiere decir que para comenzar a seguir al Señor basta con escuchar su llamado a la conversión y estar dispuesto a seguirlo por un camino nuevo. ¡A cuántos más de los que están cercano a nosotros el Señor les llama a una vida nueva! La misericordia la experimentamos cuando arrepentidos buscamos su perdón, así también nosotros podremos testimoniarla: «misericordia quiero». ¡Sígueme!, Mateose levantó y lo siguió«- ¿y tú?

junio 8, 2008 Posted by | DISCÍPULOS, LITURGIA | , , , , , , | Deja un comentario

DOMINGO IX DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas propuestas para este noveno Domingo del Tiempo Ordinario, del ciclo A, son las siguientes: Dt 11,18.26-28.32; Sal 30; Rom 3,21-25.28; Mt 7, 21-27

Hoy pongo ante ustedes la bendición y la maldición. El libro del Deuteronomio recoge una serie de discursos de Moisés al pueblo que está por entrar en la tierra prometida. Las palabras que hoy escuchamos como primera lectura, son una llamada perenne para que la palabra de Dios esté en ellos «pongan en su corazón y en sus almas estas palabras mías«. Dios les ha elegido, ha hecho una Alianza con ellos en el Sinaí, y aquellos mandamientos son promesa de vida y bendición para quien los observe. Los mandamientos son un camino de bendición, porque en la medida que se viven como un don de Dios, como una ayuda para conducir nuestra vida terrena, esos mandamientos -que están inscritos en el corazón de todo hombre y de toda mujer- llevan al encuentro con Dios. Por eso viene la recomendación: «esfuércense en cumplir todos los mandamientos«. Y en consecuencia, la maldición se entiende como el no escuchar la voz de Dios, apartarse del camino señalado por Dios, y caer en la idolatría. La síntesis de los mandamientos la revelará Jesucristo.

Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio. El creyente dirige su plegaria al Señor, lo invoca con fe, le muestra sus preocupaciones, le pide su ayuda en las dificultades porque sabe que el Señor lo escucha, lo defiende, lo ama. Este salmo viene rezado con un corazón que confía plenamente en Dios, y sólo en Él pone la fe «escúchame», «dirígeme», «guíame» «sálvame», «mi fortaleza».

El hombre es justificado por la fe y no por cumplir la ley de Moisés. Por los hechos de los Apóstoles sabemos que san Pablo se dirigía en la predicación en primer lugar a los judíos, y cuando éstos rechazaron el anuncio del cumplimiento de las promesas de Dios en Jesucristo, predicó también a los gentiles (aquellos que no eran judíos). Una dificultad que surgió entre los primeros cristianos se plantea en repetidas ocasiones en el Nuevo Testamento, y en concreto tiene que ver con la observancia de la Ley de Moisés. Simplificando las cosas, diría que al núcleo de los mandamientos de Dios, se habían añadido muchas otras normas por tradición, y que su cumplimiento resultaba difícil, sino imposible. Y de estas dificultades tenemos constancia en los Evangelios. La gran novedad que supone la redención de Jesucristo, el perdón de los pecados -justificación- para todos los hombres, y la invitación a la conversión, a la fe en Jesucristo se pone ahora en el centro de la vida cristiana. Por tanto, no es la ley, sino la fe en Jesucristo la que nos pone en el camino de la salvación. La Ley deja paso al Amor, a Jesucristo.

La casa edificada sobre la roca y la casa edificada sobre arena. Y hoy volvemos al Evangelio según san Mateo,  escuchamos unas palabras exigentes que tiene que ver con aquellos que han creído. «No todo el que me diga ¡Señor, Señor! Entrará en el Reino de los cielos». La enseñanza va sobre el juicio final particular: cada uno delante del Señor, allí será juzgado digno o no de entrar en el Reino del Cielo. Y ¿qué hay que hacer para entrar en el Reino del Cielo? Esto lo dice Jesús de muchas maneras, aquí lo sintetiza diciendo: «el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos«. Por tanto, a la profesión de fe inicial, es necesario conocer el contenido de esta voluntad del Padre. Durante toda su vida Jesucristo dio testimonio del Padre: «mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me envió«, de Belén al Calvario toda su vida es buscar la voluntad del Padre.

Y para que esto quede más claro, lo dice con una comparación. El hombre que construye la casa sobre la roca, y el que construye en arena. Si nos fijamos en la dificultad que supone construir sobre piedra, es infinitamente superior a la arena, que se puede moldear hasta con las manos -¿quién no lo ha hecho alguna vez en la playa?- Pero de aquí damos un paso más: resulta que la Roca es Cristo! Vivir según Cristo, según sus palabras recogidas en el Evangelio y que cada domingo escuchamos, no es sólo para «quedarnos tranquilos» son para llevarlas a la vida, «ponerlas en práctica». ¡Qué diferencia de tener por fundamento espiritual la voluntad de Dios, a la voluntad humana o la propia voluntad! ¡Qué diferencia tratar de vivir según el modelo de Jesucristo para llegar a la vida eterna a vivir con los modelos pasajeros!, ¡Qué diferencia de sentido tiene la llamada del Pastor a  tomar la cruz y dar la vida   a las  voces de tantos falsos pastores que dicen: «pare de sufrir»!

En definitiva, hoy nos miramos a nosotros mismos para ver cómo estamos construyendo y buscar la voluntad del Padre.

junio 1, 2008 Posted by | LITURGIA | , , , | 1 comentario

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Las lecturas para este Domingo, Solemnidad de la Santísima Trinidad, son las siguientes: Ex 34,4-6.8-9; Dn 3 (Como salmo responsorial);2 Co 13,11-13, Jn 3,16-18

Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso”. La primera lectura nos muestra el momento el que Moisés sube al monte por segunda vez, después que el pueblo se había hecho un becerro de oro, Moisés se encoleriza por la condescendencia de Aarón, y tira por tierra las tablas de la Alianza. En esta nueva ocasión, vuelve a entablar el diálogo con Dios, e intercede por el pueblo, y pide a Dios que perdone y acompañe a su pueblo. Será la renovación de la  alianza. Dios responderá de nuevo mostrando su misericordia, su compasión, su predilección por su pueblo escogido. En esta etapa del Antiguo Testamento, Dios habla a su pueblo a través de su mediador: Moisés.

A ti gloria y alabanza por los siglos” Normalmente siempre tenemos un salmo que continúa el sentido de la primera lectura. En cambio, hoy se nos presentan unos versículos del libro de Daniel, que recogen “el cántico de los tres jóvenes” que fueron salvados del horno encendido al que fueron condenados por no adorar la estatua de oro que el rey había ordenado. Prefirieron  la ayuda de Dios a complacer al rey. Y el Señor les libró del fuego y ellos entonan un canto de alabanza.

“La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo”. Los últimos tres versículos de la segunda carta a los corintios, que es la despedida que hace el Apóstol, nos hablan  de la fiesta de hoy. “Estén alegres”, “trabajen por su perfección”, “tengan un mismo sentir”, “vivan en paz”, son palabras que condensan el mensaje apostólico y son un programa de vida para todo cristiano. Y termina con una doxología, es decir, una alabanza a la Santísima Trinidad: “La gracia de Jesucristo”, “el amor de Dios” y “la comunión del Espíritu Santo”. Para cualquiera de nosotros es muy familiar estos versículos, los escuchamos cada vez que participamos de la Santa Misa, y tendríamos  que aprender a decir estas palabras con un sentido reverencial y de adoración. Desde los primeros cristianos esta alabanza a la Santísima Trinidad ha sido ininterrumpida.

“Dios mandó a su Hijo al mundo, para que se salve por Él”. El año litúrgico es un camino para profundizar en nuestra fe, para entrar en la comunión con Dios. Si el domingo pasado celebrábamos Pentecostés, como conclusión de la gran  solemnidad de la Resurrección del Señor, ahora nos dirigimos a las tres divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre envía a su Hijo para salvar a todos los hombres, esta salvación encuentra su punto culmen en la Pascua del Señor, en su Pasión, Muerte y Resurrección. Una vez que Cristo ha recibido la glorificación envía al Espíritu Santo, como el Paráclito, el que es abogado de los creyentes, el que hace presente la obra salvadora de Jesucristo en el tiempo, el tiempo de la Iglesia.

Conclusión: Dios mandó a su Hijo al mundo para salvarlo. La Iglesia existe para  anunciarlo, para llevar la salvación, para hacer presente al Señor. Por eso no puede dejar de invitarnos a la conversión. Y quien no crea, simplemente no puede entrar en comunión de Amor  del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Fruto de la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es la comunión entre los hombres. Profesar esta fe –la fe verdadera- nos impulsa a buscar y fomentar la comunión, comenzando por la familia.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén!

 

May 18, 2008 Posted by | LITURGIA | , , , , | Deja un comentario

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Domingo de Pentecostés, o Domingo de la Venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles es la solemnidad con la cual concluye el tiempo de Pascua. Pentecostés es el inicio visible de la Iglesia.

La primera lectura (Hch 2,1-11) Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar, es el cumplimiento de la promesa del Señor a los discípulos. Fue una mañana del todo singular en la vida de los discípulos. Una mañana que los llevó por nuevos caminos a ellos y a cuantos les escucharon. La venida del Espíritu Santo marca el comienzo visible de la Iglesia, es decir, de aquellos que al escuchar la predicación de los apóstoles sobre la vida del Señor Jesús, creyeron y comenzaron una vida nueva. No se trataba de un cambio dentro del judaísmo, una nueva realidad estaba revelada, una nueva comunidad comenzaba.

El Salmo 103: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. El Espíritu del Señor sopló sobre el hombre, y éste se convirtió en un ser viviente, encuentra ahora su significado último. Aquel Espíritu ahora da una “nueva vida”, es el Espíritu del Hijo, la vida del Resucitado.

La segunda lectura (1Co 12,3-7.12-13) “Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo”. ¿Cómo actúa el Espíritu Santo en los bautizados? De muchos modos. Diversidad de dones, de carismas, de actividades… pero todo esto en la comunión, formando un solo cuerpo. El Espíritu enriquece pero no divide, precisamente la división vino por el pecado, ahora con el bautismo comienza la unión de los hombres: “judíos o no judíos, esclavos o libres hemos recibido un mismo Espíritu en el bautismo”. Esta unidad es la Iglesia, unidad que no significa uniformidad sino comunión.

El Evangelio (Jn 20,19-23) “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo; reciban el Espíritu Santo”. Estos versículos del día de la Resurrección nos recuerda la unión de la Resurrección con la Misión de los apóstoles; la Resurrección y el Espíritu Santo. La misión de los discípulos tiene su fuente y origen en la misión del Hijo, y de Él reciben la autenticidad del envío, y para realizar esta misión les da el Espíritu Santo. No es sólo la fuerza y buena voluntad de los discípulos, no es un proyecto humano el que tienen por delante. La misión de la Iglesia es ésta, y la misión nuestra la hemos recibido el día de nuestro bautismo: “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo; reciban el Espíritu Santo”.

Después de la Solemnidad de Pentecostés retomamos el Tiempo Ordinario, que nos llevará hasta la Solemnidad de Cristo Rey.

May 13, 2008 Posted by | LITURGIA | , , , , | Deja un comentario

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN

Las lecturas para este Domingo de la Ascensión son las siguientes: Hch 1,1-11; Sal 46; Ef 1,17-23; Mt 28,16-20

Originalmente la solemnidad de la Ascensión se celebraba el día jueves, pero por motivos pastorales, es decir para que puedan asistir más fieles, se celebra ahora en Domingo.

La primera lectura de hoy nos lleva a la fuente de esta celebración: una concentrada narración de los acontecimientos desde la Resurrección hasta el momento en que Jesús ascendió al cielo. Los discípulos que habían estado con Jesús por unos tres años, ahora experimentan una vez más la separación. Esta separación va unida a una gran esperanza: Jesús, «vendrá de nuevo tal como le han visto partir«. Esta espera constituye el tiempo de la Iglesia. El Señor vendrá, de esto estamos seguros. Cuándo vendrá, eso no lo sabemos. A esta última venida se le llama: Parusía.

El Salmo nos invita a «alegrarnos», «gritar de alegría», «el Señor asciende entre cantos de júbilo«. ¿No sería mejor una invitación a la tristeza puesto que el Señor se va? No, se trata de estar alegres porque el Señor ahora recibe la glorificación, y junto con Él, se une su cuerpo que es la Iglesia.

La segunda lectura viene a mostrarnos lo que significa que Jesús asciende al cielo: El Padre lo hizo «sentar a su derecha» por encima de todo. Esto también lo confesamos cada domingo en el Credo: «resucitó de entre los muertos, subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre«. Celebrar la Ascensión supone precisamente el descubrir «el Señorío de Cristo» sobre toda la creación. Señorío que significa que ha reconciliado toda la creación con el Padre, especialmente ha abierto el camino para que los hombres puedan encontrar a Dios como Padre.

El Evangelio de San Mateo, tiene unos versículos muy conocidos por todos. Son los últimos versículos de este Evangelio. Tienen un contenido que debe llevar a la meditación durante la semana, mientras nos preparamos para celebrar Pentecostés. «Todo poder se me ha dado»: voluntariamente quiso hacerse hombre, para enseñarnos la vía que nos lleva a la vida, no el orgullo, sino la humildad, morir para vivir. «Vayan y hagan discípulos«: esta es la misión final dada a los discípulos, y que resuena constantemente en América Latina, convirtámonos en discípulos. «Enséñenles a guardar lo que yo les he enseñado«: esta es la gran tarea de la Iglesia, mostrarnos cuál es la verdadera enseñanza de Jesús frente a tantos que dicen tenerla. «Yo estoy con ustedes, hasta el fin del mundo«: si por una parte Jesús se va, sin embargo afirma quedarse con los discípulos. Conviene recordar cómo está presente Jesús entre los discípulos, y modo especial en la Eucaristía.

May 4, 2008 Posted by | LITURGIA | | Deja un comentario

SEXTA SEMANA DE PASCUA

Las lecturas de este Domingo sexto de Pascua están tomadas de: Hch 8,5-8.14-17; Sal 65; 1Pe 3, 15-18; Jn 14, 15-21

 

Para comenzar debo decir que en estos días los textos litúrgicos nos van preparando para la fiesta de Pentecostés, bien sean por las lecturas del Domingo que las de entre semana.

 La primera lectura nos pone por delante el ejemplo de Felipe, diácono, que está en una ciudad samaritana y allí realizaba una predicación que iba acompañada de unos milagros. Característica de la comunidad cristiana es el hecho de romper las barreras y divisiones. Por otros textos del evangelio sabemos que entre judíos y samaritanos no había trato; en cambio, con la predicación de la Resurrección de Cristo de entre los muertos, toda división queda superada, digamos que hay un nuevo punto de referencia y éste es la posibilidad que aquellos que crean reciban el perdón de los pecados. Para nosotros, no puede haber fronteras artificiales, no hay razón para separar o dividir, «todos somos uno porque formamos un solo cuerpo». Propio de la Iglesia de Cristo es el anuncio a todo hombre, en la situación que se encuentra, de la conversión. Nadie puede negar la posibilidad del encuentro con la misericordia de Dios.

Con el Salmo se nos invita a responder: las obras del Señor son admirables. Y si leemos el salmo nos damos cuenta que es una invitación universal a la alanza al Señor. ¿Cómo es posible? En el Antiguo Testamento la posibilidad la tenía el pueblo de Israel, ahora con la resurrección de Jesús de entre los muertos, es posible que se unan otros pueblos como lo escuchamos en la primera lectura con los samaritanos, después vinieron otros pueblos, y también aquella predicación llegó a nuestras tierras, de modo que en este salmo canta proféticamente que los pueblos podrán adorar a Dios en espíritu y verdad.

 De las palabras de la segunda lectura quisiera que pusiéramos atención  en una exhortación que hace el apóstol: «siempre a dar, al que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes». Esta es una tarea que debe estar siempre en nuestra vida cristiana: dar razón de nuestra fe, de nuestra esperaza. Si esto lo pidió el apóstol a los cristianos para poder llevar adelante la tarea evangelizadora, no podemos decir que vamos a ser buenos evangelizadores si dejamos de lado, como algo de poca importancia, la tarea personal de crecer en la fe. Estar dispestos a dar razón significa mostar los motivos por los cuales creemos; mostrar la grandeza de la fe, la alegría de ser discípulos. Y ayudar a otros a conocer la fe es tarea irrenunciable. Al final el apóstol vuelve a recorder que el sufrimiento no va a faltar al discípulo, «lo mejor es padecer hacienda el bien«, claro está que algunos sufren como fruto de sus propios actos.

 Del Evangelio de san Juan consideramos aquellas palabras con las que Jesús explica su presencia entre los discípulos: «si me aman guardarán mis mandamientos«, «el que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama, al que me ama lo amará mi Padre y yo también lo amaré y me revelaré a él«. El punto central de la vida  cristiana es el encuentro con Jesucristo Resucitado y consecuencia de seguirlo es el guardar los mandamientos, siempre el cambio de vida es consecuencia del encuentro con el Señor. Así se vive la Comunión con el Señor, no sólo buenas intenciones, es necesario llegar a conformar la vida con aquello que el Señor nos ha revelado. Y desde ya nos comenzamos a preparar para la fiesta de Pentecostés: «Yo le pediré al Padre que les dé otro defensor«. Pidamos insistentemente el Espíritu Santo, dejemos que actúe en nuestra vida, que sea luz, sabiduría, consejo y ciencia, paz y alegría, fortaleza.

abril 27, 2008 Posted by | LITURGIA | , , | Deja un comentario

APARECIDA N. 60-73

2.1.2 Situación económica

60.       El Papa, en su Discurso Inaugural, ve la globalización como un fenómeno «de relaciones de nivel planetario», considerándolo «un logro de la familia humana», porque favorece el acceso a nuevas tecnologías, mercados y finanzas. Las altas tasas de crecimiento de nuestra economía regional y, particularmente, su desarrollo urbano, no serían posibles sin la apertura al comercio internacional, sin acceso a las tecnologías de última generación, sin la participación de nuestros científicos y técnicos en el desarrollo internacional del conocimiento, y sin la alta inversión registrada en los medios electrónicos de comunicación. Todo ello lleva también aparejado el surgimiento de una clase media tecnológicamente letrada. Al mismo tiempo, la globalización se manifiesta como la profunda aspiración del género humano a la unidad. No obstante estos avances, el Papa también señala que la globalización «comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo». Por ello, Benedicto XVI enfatiza que «como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios«.

61.       La globalización es un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones (económicas, políticas, culturales, comunicacionales, etc). Para su justa valoración, es necesaria una comprensión analítica y diferenciada que permita detectar tanto sus aspectos positivos como negativos. Lamentablemente, la cara más extendida y exitosa de la globalización es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las otras dimensiones de la vida humana. En la globalización, la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la globalización un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples. La globalización tal y como está configurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar en función de valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado.

62.       Conducida por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la globalización sigue una dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de pocos, no sólo de los recursos físicos y monetarios, sino sobre todo de la información y de los recursos humanos, lo que produce la exclusión de todos aquellos no suficientemente capacitados e informados, aumentando las desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que mantienen en la pobreza a una multitud de personas. La pobreza hoy es pobreza de conocimiento y del uso y acceso a nuevas tecnologías. Por eso, es necesario que los empresarios asuman su responsabilidad de crear más fuentes de trabajo y de invertir en la superación de esta nueva pobreza.

63.       No se puede negar que el predominio de esta tendencia no elimina la posibilidad de formar pequeñas y medianas empresas, que se asocian al dinamismo exportador de la economía, le prestan servicios colaterales o bien aprovechan nichos específicos del mercado interno. Sin embargo, su fragilidad económica y financiera y la pequeña escala en que se desenvuelven, las hacen extremadamente vulnerables frente a las tasas de interés, el riesgo cambiario, los costos previsionales y la variación en los precios de sus insumos. La debilidad de estas empresas se asocia a la precariedad del empleo que están en condiciones de ofrecer. Sin una política de protección específica de los Estados frente a ellas, se corre el riesgo de que las economías de escala de los grandes consorcios termine por imponerse como única forma determinante del dinamismo económico.

64.       Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de América Latina y de El Caribe no solo el Continente de la esperanza, sino también el Continente del amor, como lo propuso SS. Benedicto XVI en el Discurso Inaugural de esta Conferencia.

65.       Esto nos debería llevar a contemplar los rostros de quienes sufren. Entre ellos están las comunidades indígenas y afrodescendientes, que en muchas ocasiones no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres que son excluidas, en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores  y víctima de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH – SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvidamos tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles. Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna. Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente «explotados» sino «sobrantes» y «desechables».

66.       Las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones, especialmente cuando se trata de inversiones de largo plazo y sin retorno inmediato. Las industrias extractivas internacionales y la agroindustria muchas veces no respetan los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales y no asumen sus responsabilidades. Con mucha frecuencia se subordina la preservación de la naturaleza al desarrollo económico, con daños a la biodiversidad, con el agotamiento de las reservas de agua y de otros recursos naturales, con la contaminación del aire y el cambio climático. Las posibilidades y eventuales problemas de la producción de agro combustibles deben ser estudiadas de tal manera que prevalezca el valor de la persona humana y de sus necesidades de supervivencia. América Latina posee los acuíferos más abundantes del planeta, junto con grandes extensiones de territorio selvático, que son pulmones de la humanidad. Así se dan gratuitamente al mundo servicios ambientales que no son reconocidos económicamente. La región se ve afectada por el recalentamiento de la tierra y el cambio climático provocado principalmente por el estilo de vida no sostenible de los países industrializados.

67.       La globalización ha vuelto frecuente la celebración de Tratados de Libre Comercio entre países con economías asimétricas, que no siempre benefician a los países más pobres. Al mismo tiempo, se presiona a los países de la región con exigencias desmedidas en materia de propiedad intelectual, a tal punto que se permite derechos de patente sobre la vida en todas sus formas. Además, la utilización de organismos genéticamente manipulados muestra que no siempre contribuye la globalización ni al combate contra el hambre ni al desarrollo rural sostenible.

68.       Aunque se ha progresado muchísimo en el control de la inflación y en la estabilidad macroeconómica de los países de la región, muchos gobiernos se encuentran severamente limitados para el financiamiento de sus presupuestos públicos por los elevados servicios de la deuda externa e interna, mientras, por otro lado, no cuentan con sistemas tributarios verdaderamente eficientes, progresivos y equitativos.

69.       La actual concentración de renta y riqueza se da principalmente por los mecanismos del sistema financiero. La libertad concedida a las inversiones financieras favorecen al capital especulativo, que no tiene incentivos para hacer inversiones productivas de largo plazo, sino que busca el lucro inmediato en los negocios con títulos públicos, monedas y derivados. Sin embargo, según la Doctrina Social de la Iglesia, el objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios, aun cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de una auténtica felicidad humana (CDSI, 334). La empresa está llamada a prestar una contribución mayor en la sociedad, asumiendo la llamada responsabilidad social-empresarial desde esa  perspectiva.

70.       Es también alarmante el nivel de la corrupción en las economías que involucra tanto al sector público como al sector privado, a lo que se suma una notable falta de transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía. En muchas ocasiones, la corrupción está vinculada al flagelo del narcotráfico o del narconegocio y, por otra parte, viene destruyendo el tejido social y económico en regiones enteras.

71.       La población económicamente activa de la región está afectada por el subempleo (42%) y el desempleo (9%), y casi la mitad está empleada en trabajo informal. El trabajo formal, por su parte, se ve sometido a la precariedad de las condiciones de empleo y a la presión constante de subcontratación, lo que trae consigo salarios más bajos y desprotección en el campo de seguridad social, no permitiendo a muchos el desarrollo de una vida digna. En este contexto, los sindicatos pierden la posibilidad de defender los derechos de los trabajadores. Por otro lado, se pueden destacar fenómenos positivos y creativos para enfrentar esta situación de parte de los afectados, quienes vienen impulsando diversas experiencias, como por ejemplo, micro finanzas, economía local y solidaria, y comercio justo.

72.       Los campesinos, en su mayoría, sufren a causa de la pobreza, agravada por no tener acceso a tierra propia. Sin embargo, existen grandes latifundios en manos de unos pocos. En algunos países esta situación ha llevado a la población a demandar una Reforma Agraria, estando atentos a los males que puedan ocasionarles los Tratados de Libre Comercio, la manipulación de la droga y otros factores.

73.       Uno de los fenómenos más importantes en nuestros países es el proceso de movilidad humana, en su doble expresión de migración e itinerancia, en que millones de personas migran o se ven forzadas a migrar dentro y fuera de sus respectivos países. Las causas son diversas y están relacionadas con la situación económica, la violencia en sus diversas formas, la pobreza que afecta a las personas, y la falta de oportunidades para la investigación y el desarrollo profesional. Las consecuencias son en muchos casos de enorme gravedad a nivel personal, familiar y cultural. La pérdida del capital humano de millones de personas, profesionales calificados, investigadores y amplios sectores campesinos, nos va empobreciendo cada vez más. La explotación laboral llega, en algunos casos, a generar condiciones de verdadera esclavitud. Se da también un vergonzoso tráfico de personas, que incluye la prostitución, aún de menores. Especial mención merece la situación de los refugiados, que cuestiona la capacidad de acogida de la sociedad y de las iglesias. Por otra parte, sin embargo, la remesa de divisas de los emigrados a sus países de origen se ha vuelto una importante y, a veces, insustituible fuente de recursos para diversos países de la región, ayudando al bienestar y a la movilidad social ascendente de quienes logran participar exitosamente en este proceso.

abril 24, 2008 Posted by | LITURGIA, MISIÓN | , , , , , | Deja un comentario