Discípulos y Misioneros

Documento de Aparecida: Texto y Comentarios

ACTUALIDAD

Nossa Senhora Aparecida

Nuestra Señora de Aparecida

Nuestra Señora de Aparecida

Qerida Mãe Nossa Senhora Aparecida.
Vós que nos amais e nos guiais todos os dias,
vós que sois a mais bela das Mães, a quem eu
amo de todo o meu coração. Eu vos peço mais uma
vez que me ajudeis a alcançar uma graça.
Sei que me ajudareis e sei que me acompanhareis sempre,
até na hora de minha morte.

UN AÑO SACERDOTAL

Con el lema: «Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote» y con ocasión del 150 aniversario del «dies natalis» de San Juan María Vianney, el papa Benedicto XVI ha convocado un Año Sacerdotal.

Se ha publicado una interesante carta, yo la he enviado a algunos fieles de las parroquias para que también la lean y se unan a esta intención de toda la Iglesia, como a las diferentes iniciativas que surgen en las parroquias.

Copio solamente un breve fragmento, pero aquí se puede leer el texto completo:

«Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma solemnidad de 2010.

El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”, repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars. Esta conmovedora expresión nos da pie para reconocer con devoción y admiración el inmenso don que suponen los sacerdotes, no sólo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma. Tengo presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida. ¿Cómo no destacar sus esfuerzos apostólicos, su servicio infatigable y oculto, su caridad que no excluye a nadie? Y ¿qué decir de la fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de “amigos de Cristo”, llamados personalmente, elegidos y enviados por Él?

NUEVO BLOG: http://undiscipulo.blogspot.com

Con este blog quiero presentar algunos temas de actualidad, casi viene a sustituir esta sección.

Si alguno quiere hacer un enlace a este blog que comenta el Documento de Aparecida, o a este nuevo, lo puede hacer libremente. Yo le animo a que lo haga:

https://nuevomilenio.wordpress.com/
http://undiscipulo.blogspot.com/

LA RESURRECCIÓN  NUESTRA ESPERANZA

MENSAJE URBI ET ORBI
DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI

PASCUA 2009

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero

A todos vosotros dirijo de corazón la felicitación pascual con las palabras de san Agustín: «Resurrectio Domini, spes nostra», «la resurrección del Señor es nuestra esperanza» (Sermón 261,1). Con esta afirmación, el gran Obispo explicaba a sus fieles que Jesús resucitó para que nosotros, aunque destinados a la muerte, no desesperáramos, pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida; Cristo ha resucitado para darnos la esperanza (cf. ibíd.).

En efecto, una de las preguntas que más angustian la existencia del hombre es precisamente ésta: ¿qué hay después de la muerte? Esta solemnidad nos permite responder a este enigma afirmando que la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la Vida la que triunfa. Nuestra certeza no se basa en simples razonamientos humanos, sino en un dato histórico de fe: Jesucristo, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo glorioso. Jesús ha resucitado para que también nosotros, creyendo en Él, podamos tener la vida eterna. Este anuncio está en el corazón del mensaje evangélico. San Pablo lo afirma con fuerza: «Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo». Y añade: «Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados» (1 Co 15,14.19). Desde la aurora de Pascua una nueva primavera de esperanza llena el mundo; desde aquel día nuestra resurrección ya ha comenzado, porque la Pascua no marca simplemente un momento de la historia, sino el inicio de una condición nueva: Jesús ha resucitado no porque su recuerdo permanezca vivo en el corazón de sus discípulos, sino porque Él mismo vive en nosotros y en Él ya podemos gustar la alegría de la vida eterna.

Por tanto, la resurrección no es una teoría, sino una realidad histórica revelada por el Hombre Jesucristo mediante su «pascua», su «paso», que ha abierto una «nueva vía» entre la tierra y el Cielo (cf. Hb 10,20). No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba. En efecto, al amanecer del primer día después del sábado, Pedro y Juan hallaron la tumba vacía. Magdalena y las otras mujeres encontraron a Jesús resucitado; lo reconocieron también los dos discípulos de Emaús en la fracción del pan; el Resucitado se apareció a los Apóstoles aquella tarde en el Cenáculo y luego a otros muchos discípulos en Galilea.

El anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en que vivimos. Me refiero particularmente al materialismo y al nihilismo, a esa visión del mundo que no logra transcender lo que es constatable experimentalmente, y se abate desconsolada en un sentimiento de la nada, que sería la meta definitiva de la existencia humana. En efecto, si Cristo no hubiera resucitado, el «vacío» acabaría ganando. Si quitamos a Cristo y su resurrección, no hay salida para el hombre, y toda su esperanza sería ilusoria. Pero, precisamente hoy, irrumpe con fuerza el anuncio de la resurrección del Señor, que responde a la pregunta recurrente de los escépticos, referida también por el libro del Eclesiastés: «¿Acaso hay algo de lo que se pueda decir: «Mira, esto es nuevo?»» (Qo 1,10). Sí, contestamos: todo se ha renovado en la mañana de Pascua. «Mors et vita / duello conflixere mirando: dux vitae mortuus / regnat vivus» – Lucharon vida y muerte / en singular batalla / y, muerto el que es Vida, / triunfante se levanta. Ésta es la novedad. Una novedad que cambia la existencia de quien la acoge, como sucedió a lo santos. Así, por ejemplo, le ocurrió a san Pablo.

En el contexto del Año Paulino, hemos tenido ocasión muchas veces de meditar sobre la experiencia del gran Apóstol. Saulo de Tarso, el perseguidor encarnizado de los cristianos, encontró a Cristo resucitado en el camino de Damasco y fue «conquistado» por Él. El resto lo sabemos. A Pablo le sucedió lo que más tarde él escribirá a los cristianos de Corinto: «El que vive con Cristo, es una criatura nueva; lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo» (2 Co 5,17). Fijémonos en este gran evangelizador, que con el entusiasmo audaz de su acción apostólica, llevó el Evangelio a muchos pueblos del mundo de entonces. Que su enseñanza y ejemplo nos impulsen a buscar al Señor Jesús. Nos animen a confiar en Él, porque ahora el sentido de la nada, que tiende a intoxicar la humanidad, ha sido vencido por la luz y la esperanza que surgen de la resurrección. Ahora son verdaderas y reales las palabras del Salmo: «Ni la tiniebla es oscura para ti / la noche es clara como el día» (139[138],12). Ya no es la nada la que envuelve todo, sino la presencia amorosa de Dios. Más aún, hasta el reino mismo de la muerte ha sido liberado, porque también al «abismo» ha llegado el Verbo de la vida, aventado por el soplo del Espíritu (v. 8).

Si es verdad que la muerte ya no tiene poder sobre el hombre y el mundo, sin embargo quedan todavía muchos, demasiados signos de su antiguo dominio. Si, por la Pascua, Cristo ha extirpado la raíz del mal, necesita sin no obstante hombres y mujeres que lo ayuden siempre y en todo lugar a afianzar su victoria con sus mismas armas: las armas de la justicia y de la verdad, de la misericordia, del perdón y del amor. Éste es el mensaje que, con ocasión del reciente viaje apostólico a Camerún y Angola, he querido llevar a todo el Continente africano, que me ha recibido con gran entusiasmo y dispuesto a escuchar. En efecto, África sufre enormemente por conflictos crueles e interminables, a menudo olvidados, que laceran y ensangrientan varias de sus Naciones, y por el número cada vez mayor de sus hijos e hijas que acaban siendo víctimas del hambre, la pobreza y la enfermedad. El mismo mensaje repetiré con fuerza en Tierra Santa, donde tendré la alegría de ir dentro de algunas semanas. La difícil, pero indispensable reconciliación, que es premisa para un futuro de seguridad común y de pacífica convivencia, no se hará realidad sino por los esfuerzos renovados, perseverantes y sinceros para la solución del conflicto israelí-palestino. Luego, desde Tierra Santa, la mirada se ampliará a los Países limítrofes, al Medio Oriente, al mundo entero. En un tiempo de carestía global de alimentos, de desbarajuste financiero, de pobrezas antiguas y nuevas, de cambios climáticos preocupantes, de violencias y miserias que obligan a muchos a abandonar su tierra buscando una supervivencia menos incierta, de terrorismo siempre amenazante, de miedos crecientes ante un porvenir problemático, es urgente descubrir nuevamente perspectivas capaces de devolver la esperanza. Que nadie se arredre en esta batalla pacífica comenzada con la Pascua de Cristo, el cual, lo repito, busca hombres y mujeres que lo ayuden a afianzar su victoria con sus mismas armas, las de la justicia y la verdad, la misericordia, el perdón y el amor.

«Resurrectio Domini, spes nostra». La resurrección de Cristo es nuestra esperanza. La Iglesia proclama hoy esto con alegría: anuncia la esperanza, que Dios ha hecho firme e invencible resucitando a Jesucristo de entre los muertos; comunica la esperanza, que lleva en el corazón y quiere compartir con todos, en cualquier lugar, especialmente allí donde los cristianos sufren persecución a causa de su fe y su compromiso por la justicia y la paz; invoca la esperanza capaz de avivar el deseo del bien, también y sobre todo cuando cuesta. Hoy la Iglesia canta «el día en que actuó el Señor» e invita al gozo. Hoy la Iglesia ora, invoca a María, Estrella de la Esperanza, para que conduzca a la humanidad hacia el puerto seguro de la salvación, que es el corazón de Cristo, la Víctima pascual, el Cordero que «ha redimido al mundo», el Inocente que nos «ha reconciliado a nosotros, pecadores, con el Padre». A Él, Rey victorioso, a Él, crucificado y resucitado, gritamos con alegría nuestro Alleluia.

MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO

SIERVO DE DIOS, ASESINADO EL 24 DE MARZO DE 1980, ARZOBIISPO DE SAN SALVADOR

Siervo de Dios, Mons. Oscar Romero

Oh Dios que hiciste oir tu Palabra

en medio de nosotros

por la voz de Monseñor Romero

para llamar a los pecadores  a la conversión

y despertar la esperanza de salvación,

en los que con espíritu de pobres tienen su mirada puesta en Tí:

concédenos el favor que te pedimos por su intercesión

(se pide el favor que se necesita)

Amén.

HOMILÍA EN LA MISA DEL 24 DE MARZO 2009

HOMILÍA DE MONS. JOSÉ LUIS ESCOBAR,

ARZOBISPO METROPOLITANO DE SAN SALVADOR.

MISA DEL XXIX ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE

MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO.

CATEDRAL METROPOLITANA. 24 DE MARZO, 2009

Este día se cumplen veintinueve años de la muerte martirial de Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, y da inicio, el trigésimo aniversario, es momento oportuno para detenernos a pensar en la gran figura de Monseñor Romero.   Aquellos que tuvieron la dicha de conocerle ya tienen posiblemente, cuarenta años, o superan esta edad.  Toda nuestra juventud: los niños y jóvenes de este momento, no le conocieron, quiero permitirme decir algunas palabras sobre su vida. ¿Quién era Mons. Romero Oscar Arnulfo Romero y Galdámez?

Infancia y juventud

Óscar A. Romero nació el 15 de agosto de 1917, en Ciudad Barrios, en el departamento de San Miguel (El Salvador). Era el segundo de 8 hermanos, hijos del matrimonio formado por el señor telegrafista y empleado de correos, Santos Romero y Guadalupe Galdámez. Fue bautizado, el 11 de mayo de 1919, en la iglesia parroquial de su ciudad natal. Desde niño tuvo una salud muy frágil. En la escuela pública, donde estudió, destacó en materias humanísticas.

Practicó desde su infancia, la oración nocturna y la veneración al Inmaculado Corazón de María.

Su caminar eclesial

En 1930, a la edad de 13 años ingresó al Seminario Menor de San Miguel que era dirigido por sacerdotes claretianos, posteriormente, en 1937 ingresó en el Seminario de San José de la Montaña, en San Salvador; ese mismo año, viajó a Roma donde continúo sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Vivió en el colegio Pío Latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de Latinoamérica), hasta que llegó a ser ordenado sacerdote, el 4 de abril de 1942, a la edad de 24 años. En la ciudad de Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, (futuro Papa Paulo VI, de feliz memoria).

Regresó a El Salvador en 1943, siendo nombrado párroco de la ciudad de Anamorós, en La Unión; después fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de aquella Diócesis, dedicada a  Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano, monseñor Miguel Ángel Machado.

Posteriormente fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador en 1968. El 21 de abril de 1970, Su Santidad el Papa Paulo VI lo nombró Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal, el 21 de junio de 1970, de manos del Señor Nuncio Apostólico Girolamo Prigrione. El 15 de octubre de 1974, fue nombrado Obispo de la Diócesis de Santiago de María, en el departamento de Usulután, ocupó esa sede durante dos años. El 3 de febrero de 1977, es nombrado por el Papa Pablo VI, Arzobispo de San Salvador, para suceder a Monseñor Luis Chávez y González.

Llega al Arzobispado

El 22 de febrero, Mons. Romero toma posesión del cargo de Arzobispo de San Salvador, en una ceremonia muy sencilla, celebrada en la Iglesia de San José de la Montaña, a la que asistieron el Señor Nuncio Apostólico, Mons. Emmanuelle Gerada y los demás Obispos de El Salvador, buen número de sacerdotes y muchos fieles.  El 5 de marzo durante una Asamblea Especial de los Obispos, se eligió a Mons. Romero como Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador.

Su ministerio arzobispal se desarrolla de  1977 a 1980. El día lunes, 24 de marzo de 1980, fue asesinado cuando oficiaba la Santa Misa en la capilla del Hospital de La Divina Providencia, en la colonia Miramonte de esta ciudad. Un disparo hecho por un francotirador impacto en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración. Al ser asesinado Monseñor Romero, tenía 62 años de edad. Sus restos mortales descansan en la cripta de esta santa iglesia Catedral de San Salvador.

El 12 de mayo de 1994 la Arquidiócesis de San Salvador pide a la Santa Sede facultad para iniciar el proceso de canonización de Monseñor Romero. El proceso diocesano concluye en 1995, y el expediente es enviado a la Congregación para la Causa de los Santos, en el Vaticano, quien en el 2000 se lo trasfiere a la Congregación para la Doctrina de la Fe (en ese entonces dirigida por el cardenal Joseph Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI).   Una vez terminado dicho estudio, en el año 2005, el postulador de la causa de canonización, monseñor Vicenzo Paglia, informa a los medios de comunicación las conclusiones de este estudio: El proceso seguirá nuevos trámites, y está en el Dicasterio para la Causa de los Santos, quiera Dios que pronto sea canonizado nuestro primer santo y mártir de El Salvador.

Su espiritualidad y entrega

Al escribir  estas palabras me preguntaba: qué querría decirnos Monseñor Romero, ahora, en este momento en qué vivimos.  Quiero destacar en la persona de Monseñor Romero, el aspecto espiritual, aspecto que muchas veces pasa desapercibido  en su vida.  Una vida llena de virtud y santidad con  un profundo sentido de oración y ascesis; esto marcó su vida desde pequeño, fue característico en él su gran amor a la Santísima Virgen, bajo la advocación de María, Reina de la Paz, Patrona de El Salvador.  Monseñor Romero desde antes de ser sacerdote le caracterizó esa espiritualidad profunda que marcó y fundamentó su pastoral. Mucho se ha hablado del aspecto social de su pastoral  y ciertamente ese es un gran valor; pero es importante acentuar  el aspecto de sus virtudes. Basta leer su cuaderno de ejercicios espirituales para darnos cuenta de ello. Sus virtudes son verdaderamente ejemplares un hombre verdaderamente de Dios. De  profunda oración, un sacerdote de continua vida de gracia, un obispo fiel a Dios y a la Iglesia hasta el último momento. Es Mons. Romero  un ejemplo de virtud para nosotros los sacerdotes y para todos los cristianos. Dios lo premió con una muerte martirial, en el momento mismo del ofertorio eucarístico, uniendo a la ofrenda de la Santa Misa, la ofrenda de su propia vida. Es importante que demos a  Mons. Romero el puesto que le corresponde.

Es, sin duda alguna, un referente de gran santidad en nuestra Iglesia, es importante que nos volvamos a él para pedir a Dios su pronta canonización, pero también es conveniente que invoquemos a Monseñor Romero  y que cuando tengamos gracias por su intercesión, cuando Dios nos conceda milagros por su intercesión, demos testimonio de ello. Esto favorecerá el proceso, ciertamente, la figura de Monseñor Romero, no debe ser confundida.  Es una figura eminentemente eclesial, pastoral y de santidad de vida.  Desde el cielo, ¿cuál será su voz?, ¿qué pensará Monseñor Romero para nuestro país en este momento?, ¿cuál pudiera ser su mensaje?, pienso, que él, desde el cielo nos estará invitando a que construyamos una sociedad nueva, a que llevemos adelante  la reconciliación nacional y la reunificación de la familia salvadoreña, como lo sugirió en sus conclusiones el informe de la Comisión de la Verdad,  que encontramos en la página 255: «…es conveniente que quede atrás, la violencia, la división de la sociedad salvadoreña,  que nos unamos como hermanos, formando una gran nación…». Deseo pedir al gobierno, que próximamente asumirá su  mandato; tanto al Señor Presidente electo, como a los Señores Diputados electos y a los Señores Alcaldes, también electos que en su gobierno, tengan como prioridad la unidad nacional para que podamos vivir en fraternidad y en paz.  Este fue el ideal de Monseñor Romero, por eso se esforzó tanto, por el sueño de ver un país unido fraternal y viviendo en paz. Con desarrollo y progreso para todos.  Hace poco una persona, de la que no tengo permiso de decir su nombre, se me acercó para decirme: «Yo amo a Monseñor Romero, tengo mucha devoción a él, mi familia fue muy cercana a él, y tuve la dicha de que él fuera mi padrino, -me dijo, de bautismo, y ahora he tenido una intervención, quirúrgica muy grave, se trataba de un tumor canceroso, me he encomendado a Monseñor Romero, y he obtenido la salud, milagrosamente, estoy bien.

Tengo conciencia que él ha intercedido por mí, me dijo esta persona, y llevaba con ella, una reliquia de Monseñor Romero.  Una gota de sangre, dentro de un relicario de cristal, y me dijo, quiero que usted tenga esta reliquia,  que la tenga hasta el día del 24 de marzo, en su Misa, para que se encomiende a Monseñor Romero, y yo lo he hecho.

Les pido a ustedes, queridos hermanos, que se unan a mi oración, para que Monseñor Romero desde el cielo, interceda por nosotros, interceda por nuestra Iglesia, por nuestro país y nos obtenga del Señor, la gracia de vivir en paz en unidad en fraternidad, en una verdadera familia de hermanos, porque todos somos hijos de Dios.

«La religión cristiana es la más perseguida en el mundo», según el obispo de Basilea


ROMA, martes 24 de marzo de 2009.- El obispo de Basilea (Suiza), monseñor Kurt Koch, afirma en un artículo recogido en Italia por el «Giornale del Popolo», afirma que «el 80% de las personas perseguidas hoy por su fe en el mundo son cristianos».

«La religión cristiana es hoy la más perseguida en el mundo. Sólo en 2008, de los cerca de 2.200 millones de cristianos, 230 millones han sufrido discriminaciones, marginaciones, hostilidad permanente e incluso persecuciones a causa de su fe», añade.

Como documenta el informe de este año «Libertad religiosa en el mundo» de Ayuda a la Iglesia Necesitada, las persecuciones a los cristianos tienen lugar sobre todo en las ex Repúblicas soviéticas, en la República Popular China y en los países vecinos, así como en varios países árabes y norteafricanos.

Al menos en 25 países, los cristianos son maltratados, puestos en prisión o muertos por su fe.

Para monseñor Koch es «particularmente triste que en nuestros países occidentales esta tragedia ni siquiera la conozcan los propios cristianos. Una razón de este desinterés puede ser el hecho de que, mientras los hermanos perseguidos proclaman públicamente su fe, nosotros la hayamos reducido a un asunto privado».

«Nosotros nos encerramos en nuestros problemas internos y no tomamos seriamente en consideración nuestra misión pública en la sociedad, en la política, en el Estado, cuando no la olvidamos totalmente», añade el prelado.

Recordando las palabras de Benedicto XVI según las cuales «si los cristianos se resignan a considerar fe e Iglesia como asunto privado individual, entonces la propia fe pierde fuerza», monseñor Koch afirma que «cuanto más la religión se convierte en un asunto privado, más pierde su alma».

Recientemente ha tenido lugar un Curso sobre las Religiones promovido por la Asociación Movimento Donna (A.M.D.), con la colaboración de la Universidad de Roma Tor Vergata y la Oficina de prensa del Consejo Nacional de Investigación italiano (CNR), en el que se trató sobre las persecuciones religiosas y en particular contra los cristianos.

Según Marco Ferrazzoli, jefe de la Oficina de prensa del CNR, incluso en Italia, donde el cristianismo es sólido, está surgiendo una cierta intolerancia hacia el Papa y la jerarquía eclesiástica.

A propósito de esto Ferrazzoli recordó la fallida conferencia del Papa en la Universidad «La Sapienza» de Roma y las amenazas, no sólo verbales, dirigidas contra el cardenal Angelo Bagnasco.

3 comentarios »

  1. Que Dios lo tenga en su santo descanso,y las oraciones nos lleguen hasta nosotros pueblo de Dios y que todo sea por lo mejor. Dios bendiga a nuestros mártires.
    Señor Perdonales porque no saben lo que hacen al privar de la vida a uno de tus siervos que diganeste enviarnos para ser uno de nuestros guias espirituales.
    Perdon señor los crimenes y blasfemias a tus siervos.

    Comentarios por Miguel Angel Morales Torres | marzo 23, 2009 | Responder

  2. Quiero una reliquia de Monseñor Romero, él es el santo de mi devocion,
    soy religiosa mexicana.

    Comentarios por EMILIA | May 27, 2009 | Responder

  3. Que Dios lo tenga en su santo reino, y la misericordia de Dios llegue haste esos pobres miserables que cometieron tan moustroso crimen. Monseñor Romero ruega por nosotros los pecadores.

    Comentarios por Gloiar | enero 5, 2012 | Responder


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