Discípulos y Misioneros

Documento de Aparecida: Texto y Comentarios

SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

Las lecturas para este Segundo domingo de Cuaresma son las siguientes: Gn 12,1-4; Sal 32; 2Tim 1,8-10; Mt 17,1-9.

Si la lectura del Domingo pasado nos había enseñado cómo el hombre se aleja de Dios por medio de la desconfianza (pone atención a Satanás), que luego culmina en la desobediencia y por consiguiente en el alejarse de Dios, fuente de la vida; hoy la primera lectura tiene como personaje central a Abrahán. El momento en que Dios interviene en la historia de la humanidad de un modo nuevo. Este pasaje se conoce como la vacación de Abrahán.  Es Dios que llama a un hombre en concreto, y por medio de él  quiere comenzar una nueva historia con los hombres.

«Deja tu tierra, tu parentela, la casa de tu padre…» Abrahán ha escuchado la voz de Dios, ha entendido lo que tiene que hacer. «Te bendeciré… en ti serán bendecidos todos los pueblos de la tierra» y comienza el camino de la fe: va a emprender un camino donde la única garantía es Dios que le ha hablado. Dios le promete una bendición, una descendencia, una tierra.

«La palabra del Señor es sincera…» pasado mucho tiempo, formado ya el pueblo de Abrahán (Isaac, Jacob), cuando están en la tierra prometida, el pueblo de Israel se dirige a Dios en su oración, como el pueblo que ha experimentado la fidelidad de Dios: tu palabra Señor es sincera. Aquello que había prometido ha Abrahán, lo has cumplido. «En ti, Señor, hemos confiado«, ahora es todo el pueblo el que hace suya la fe: seguiremos confiando en el Señor, nuestro Dios.

El breve texto de la segunda lectura es emotivo, digamos que son los consejos de un misionero experimentado, que lo ha dado todo, dirigiéndose a un joven discípulo. «Dios nos ha salvado«, «nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida…» esta salvación ha sido dada gratuitamente por Cristo Jesús, no sólo para un pueblo, sino que el fruto de la cruz se ha extendido a todos los hombres (segunda lectura del domingo pasado) como cumplimiento de aquella bendición prometida a Abrahán. Por esto, nosotros ahora debemos consagrar al Padre toda nuestra vida. Este consagración de nuestra vida se ha realizado en el Bautismo, allí hemos sido ungidos, llegando a ser «hijos de Dios». Esto conviene no olvidarlo.  Y ahora viene la tarea: «comparte conmigo los sufrimientos  por la predicación del Evangelio«, en otras palabras: tienes que ser un testigo, un testimonio, un misionero.  Esto también es para nosotros, para cada uno, tomar parte en la evangelización.

Y del evangelio de san Mateo escuchamos el texto de la Transfiguración; resalta la liturgia de hoy un detalle «su rostro resplandeció como el sol«. Si el domingo pasado el evangelio contaba que Jesús va al desierto para ayunar, que allí es tentado por Satanás pero no cede a la tentación; hoy se presenta  a tres de sus discípulos- Pedro, Santiago y Juan- «transfigurado», con aquella gloria que comparte con el Padre. Conviene notar que esto sucede no  delante de una gran multitud, ni en un lugar público, sino en un monte apartado. Así como Moisés hablaba con Dios en la montaña santa, así Jesús revela su divinidad a sus discípulos en el monte Tabor.

«No cuenten lo que han vistohasta que haya resucitado«. Con este breve comentario de Jesús nos ponemos de nuevo en el camino de la Cuaresma. Jesús sabe lo que va a pasar en Jerusalén, y muchos se escandalizarán de Él, pero quiere que aquellos que son sus discípulos, aprendan que debe pasar por la cruz, que el grano de trigo debe morir para dar mucho fruto, que debe ofrecer su vida por la redención de muchos.

febrero 17, 2008 - Posted by | LITURGIA | , , ,

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